- La vendimia de 2025 de Bodegas Emilio Moro finaliza como una vendimia de viticultor, donde la gestión del viñedo ha sido clave ante una climatología cambiante.
- Ribera del Duero reafirma su identidad con una Tempranillo de gran madurez y equilibrio, mientras que El Bierzo continúa su crecimiento con un futuro prometedor.
La vendimia es el alma de Bodegas Emilio Moro, el momento en el que se materializa un año entero de trabajo, decisiones y compromiso con la tierra. Esta temporada 2025, la bodega ha vivido una campaña exigente, marcada por una primavera inusualmente lluviosa y un verano cálido y seco, en la que la experiencia y el saber hacer del equipo de viticultura de Bodegas Emilio Moro han sido determinantes para alcanzar el equilibrio y la calidad de la uva.
“Ha sido una vendimia en la que hay que resaltar la importancia del equipo de viticultura de la bodega”, resume Álvaro Maestro, director técnico de Bodegas Emilio Moro. “Ante un año con la climatología tan cambiante, la gestión del viñedo ha sido clave. 2025 es un año donde el equipo de viticultura se ha podido lucir.”
Ribera del Duero, con su tradición centenaria, y El Bierzo, con su autenticidad en cada botella, destacan en este 2025 como dos grandes exponentes de la riqueza vitivinícola española. Para Bodegas Emilio Moro el balance es positivo en ambas regiones donde la bodega tiene presencia. En El Bierzo, por primera vez, todas las fincas han trabajado a pleno rendimiento, permitiendo obtener una cosecha suficiente para atender la creciente demanda de sus Godello (Polvorete, El Zarzal y La Revelía). En Ribera del Duero, el equipo técnico y los viticultores colaboradores han demostrado una vez más su capacidad de adaptación, asegurando una uva de gran madurez fenólica y excelente sanidad.
Ribera del Duero: la expresión del terroir como protagonista
Este año, el ciclo vegetativo en Ribera del Duero ha seguido un curso regular, sin adelantos ni retrasos significativos, definido por una primavera excepcionalmente lluviosa seguida de un verano cálido y seco. Estas condiciones han marcado el carácter de la uva Tempranillo, variedad emblema de la región, que ha mostrado su mejor versión en suelos con buena capacidad de retención de agua.
Aunque la evolución ha sido heterogénea entre las distintas zonas, la añada 2025 de la bodega vallisoletana se perfila como una cosecha de gran equilibrio y madurez fenólica. Aún con parte de las fermentaciones en curso, todo apunta a vinos con una marcada identidad del terroir, donde factores como la altitud, la orientación o la naturaleza del suelo tendrán un papel determinante en su carácter final.
“El 2025 es un año en el que el terroir hablará con fuerza”, afirma Maestro. “La climatología ha sido muy particular, y la modulación de su impacto a través de la viticultura ha sido esencial. Además, el mayor conocimiento que tenemos de nuestras levaduras seleccionadas nos está permitiendo reforzar el vínculo entre el viñedo y el vino final, logrando una expresión más auténtica y equilibrada.”
El Bierzo: consolidación, aprendizaje y futuro
El Bierzo vive un momento decisivo en la historia de la bodega. Este 2025 marca un punto de inflexión en el proyecto, consolidando el trabajo de los últimos años y abriendo una nueva etapa de madurez. Por fin, todas las fincas han alcanzado su pleno rendimiento, garantizando una producción estable y de calidad.
Las variedades Godello y Mencía han evolucionado con éxito pese a los retos climáticos. Los calores de agosto adelantaron el ciclo de maduración, lo que llevó a vendimiar antes incluso en las zonas más frescas, con el objetivo de preservar la frescura y vivacidad que caracteriza a los vinos bercianos.
A pesar de los incendios que afectaron la zona durante el verano, los análisis realizados confirmaron que las uvas no sufrieron alteraciones. “Fue un momento de incertidumbre”, recuerda Maestro, “pero finalmente pudimos comprobar que el humo no había afectado a la calidad. Los vinos de esta añada reflejarán el espíritu resiliente de nuestro equipo y del Bierzo.”
El resultado serán vinos de perfil atlántico, con grados alcohólicos contenidos, aromas vivos y complejos, y una acidez natural perfectamente integrada. La variedad Godello, que hace apenas unos años representaba menos del 1 % de la producción total de la bodega y hoy ya supera el 10 %, continúa siendo una de las grandes protagonistas del crecimiento de Bodegas Emilio Moro en la región.
Climatología y equipo humano: las claves de una vendimia exigente
La climatología de 2025 ha exigido una atención constante en el viñedo. La abundante lluvia primaveral, seguida de un verano seco, ha puesto a prueba la capacidad de adaptación del equipo técnico, que ha sabido anticiparse a cada cambio. El resultado: uvas con grados alcohólicos equilibrados y acidez natural bien conservada, reflejo de un trabajo preciso y comprometido.
La vendimia 2025 será recordada como una campaña exigente, equilibrada y llena de aprendizaje. No ha sido un año de extremos, sino un ejercicio de precisión, de comprensión del viñedo y de fidelidad a la esencia de la bodega.
“No somos amigos de los cambios disruptivos”, concluye Maestro. “Preferimos las evoluciones naturales a los saltos abruptos. Este 2025 no marcará una ruptura, sino un nuevo peldaño en la escalera que nos lleva, año tras año, a elaborar vinos cada vez mejores sin perder nuestra identidad.”
Con la mirada puesta en el futuro, Bodegas Emilio Moro cierra una vendimia que refuerza su compromiso con la calidad, la sostenibilidad y la autenticidad En ambas regiones. Una añada que no solo refleja la excelencia de su tierra, sino también el espíritu y la pasión de las personas que la hacen posible.